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Sinopse

  «Señor, te alabaré de todo corazón y hablaré de todos tus portentos. Por ti me alegraré, oh Dios altísimo, y cantaré alabanzas a tu nombre. Ante ti, mis enemigos huyen, ruedan por el suelo y perecen» (Salmos 9:1-3) Nunca subestimes la importancia de la alabanza. Es una de las armas espirituales más poderosas que posees. La alabanza es más que un canto bonito o unas palabras de elogio a Dios. Ésta produce resultados. La alabanza libera la misma presencia de Dios. Y cuando Su presencia entra en escena, tus enemigos son echados fuera. La enfermedad y la dolencia no pueden permanecer en tu cuerpo, tampoco la pobreza puede permanecer en tu casa. Incluso el cansancio físico debe huir cuando se enfrenta a una alabanza auténtica, llena de gozo. Lo sé por experiencia propia. Hace años, cuando comencé a dirigir “La escuela de sanidad”, libré una verdadera batalla contra el agotamiento. Había ministrado e impuesto manos sobre los enfermos por tantas horas a la vez que cuando la reunión finalizaba, me sentía fís