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Sinopse

  «Por lo tanto, todos nosotros, que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, como en un espejo, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor» (2 Corintios 3:18) ¿Alguna vez has considerado el hecho de que el hombre es la única criatura creada por Dios que debe usar ropa para cubrirse? Todas las otras criaturas poseen sus propias vestiduras. A algunas les crece pelaje, a otras plumas, escamas o piel curtida. ¡Pero todas se visten de adentro hacia fuera! La mayoría de la gente no lo sabe, pero, al principio, el ser humano se vestía también de esa manera. El hombre fue hecho a la imagen de Dios. En Ezequiel 8:2 vemos que Dios se viste de fuego desde sus lomos hacia arriba y hacia abajo. Ese fuego es Su gloria, la cual emana hacia afuera desde Su interior. Cuando el hombre fue creado también era así. Adán estaba vestido con la misma gloria de Dios. Resplandecía desde su ser interior hacia afuera. Por eso, no tenía conciencia de su desnudez hasta después